#Internacionales | BRUSELAS
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha visto la necesidad de elaborar planes de defensa a gran escala, por primera vez desde la Guerra Fría, para estar lista para una posible confrontación con Rusia.
Es posible que los líderes de la OTAN aborden esa situación ya en su próxima cumbre, que tendrá lugar en julio en la capital lituana, Vilna, informó Reuters este jueves.
«Tenemos que prepararnos para el hecho de que el conflicto puede presentarse en cualquier momento», sostuvo el almirante Rob Bauer, uno de los principales oficiales militares de la Alianza Atlántica.
Asimismo, la organización se propone brindar orientación a los países miembros sobre cómo mejorar sus fuerzas y logística en el marco de la preparación para un posible conflicto con Moscú.
«Los aliados sabrán exactamente qué fuerzas y capacidades se necesitan, incluyendo dónde, qué y cómo desplegar», dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al hablar sobre documentos altamente clasificados que prevén la asignación de tropas a algunas regiones.
Desafíos
Sin embargo, desde que terminó la Guerra Fría han transcurrido décadas, y ahora la Alianza, que desde entonces se ha expandido unos 1.000 km y ha pasado de una docena a 31 miembros, se verá obligada a adoptar algunos cambios en sus planes.
Así, la adhesión de Finlandia a la OTAN ha duplicado la frontera del bloque militar con Rusia, que es ahora de unos 2.500 kilómetros. De ese modo, se ha adoptado para los despliegues un enfoque más flexible que en el pasado, cuando la principal zona de posible combate era Alemania, señala Reuters.
Otra diferencia entre nuestros días y los tiempos de la Guerra Fría consiste en que el mundo moderno cuenta con drones, armas hipersónicas e Internet, que facilita la rápida difusión de la información. Según el teniente general Hubert Cottereau, vice jefe de personal del Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa (SHAPE) de la OTAN, los satélites y otras tecnologías permiten «ver una crisis que está madurando».
Al mismo tiempo, el medio señala que mejorar drásticamente la preparación de las fuerzas del bloque no será fácil. El año pasado, por ejemplo, los miembros de la OTAN acordaron aumentar a 300.000 el número de sus soldados que deben estar en alerta máxima, en lugar de los 40.000 del pasado, lo que implica mayores costos. También debe mejorarse la logística necesaria para el despliegue rápido de tropas.
Además, hay que resolver los problemas de producción en la industria de defensa. El conflicto ucraniano ha demostrado que el bloque militar tiene dificultades para producir suficientes armas y municiones para satisfacer las constantes demandas de Kiev.
Mientras tanto, aunque los funcionarios de la OTAN estiman que la aplicación completa de los planes para aumentar la capacidad de producción necesaria llevará varios años, subrayan que en caso de necesidad la Alianza puede entrar en hostilidades inmediatamente. «Estamos preparados para combatir esta noche. Nunca estás suficientemente preparado. Tenemos que ser capaces de combatir esta noche si es necesario, con lo que tenemos» advirtió Cottereau.
Previamente, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, declaró que en la OTAN «quieren mantener a los rusos fuera de Europa». «Los estadounidenses […] ya han esclavizado a toda Europa y mantienen bajo control no solo a los alemanes, sino a toda la Unión Europea», afirmó Lavrov, agregando que, tras el fin de la Guerra Fría, «la filosofía del dominio de ventajas unilaterales no ha desaparecido».
Lavrov señaló que antes de lanzar la operación militar en Ucrania, Moscú intentó lograr un arreglo político a través de la implementación de los acuerdos de Minsk y luego, en diciembre de 2021, a través de la negociación de un acuerdo con EE.UU. y la OTAN sobre garantías mutuas equivalentes a la seguridad indivisible, esfuerzos que «fueron rechazados».
«Estamos luchando por las condiciones de seguridad de nuestro país, que durante los últimos 30 años han sido consistentemente destruidas por Occidente», dijo, y responsabilizó a EE.UU. de destruir todos los tratados en el campo de la estabilidad estratégica.