El futuro de Israel-Palestina no puede basarse en la eliminación o la dominación de un pueblo por otro.
Esa idea macabra de los halcones en el mundo, dueños de armas y municiones llevará a una súper guerra regionalista dónde nadie será victorioso
La solución de un solo Estado exige un análisis honesto del pasado y un compromiso valiente con la igualdad. Tanto israelíes como palestinos deberían imaginar un Estado unificado que defienda los derechos y la dignidad de todos sus ciudadanos, forjando una identidad compartida a partir del rico tejido de sus diversos pueblos.
Esta visión, aunque desafiante, encierra la promesa de una paz duradera construida no sobre la separación y la segregación sino sobre los cimientos de la justicia y el respeto mutuo.
Si bien es ideológicamente convincente, q la transición a una realidad de un solo Estado presenta desafíos, incluido el establecimiento de un sistema político que garantice una representación equitativa e impida el dominio de un grupo sobre otro. Se puede tratar esa representación
Basándose en ejemplos como el de Bélgica, Canadá o el marco de la nación arcoíris de Sudáfrica, esta solución aboga por alguna forma de sistema consociacional.
Esto podría tomar la forma de una gran coalición para garantizar que tanto los palestinos como los judíos israelíes tengan asientos en la mesa gobernante, diluyendo así la posibilidad de un poder hegemónico.
Se puede intentar y llegar a paz, quienes no lo quieran así que se retiren del área, los que desean vivir allí quieren respeto mutuamente
La noción de un veto mutuo o una mayoría concurrente también empoderaría a distintos grupos para proteger sus intereses fundamentales de ser anulados por decisiones colectivas.
Intrínsecamente vinculado a esto está el concepto de autonomía segmentaria, que permite a distintas comunidades autogobernarse en asuntos que son centrales para su identidad, fomentando así un sentido de agencia y pertenencia.