El amargo sabor de una derrota política. La reforma fiscal era un cadáver difícil de levantar. En más de un ocasión planteamos que esa pieza se debería congelar, porque no había condiciones para su aprobación.
El gobierno no supo concertar y sufrió una derrota en su frente político. Reaccionó rápido, reconoció su error, y dio un paso atrás. La protesta se sintió, pero la oposición organizada parecía dormir una siesta.
Fue un error mover ese proyecto de ley, y orquestar un ejército de vendedores de opinión impulsándolo. La mayoría silente se mueve en las sombras, en el anonimato, pero cuando es necesario sabe como jalar las orejas,.
El presidente Luis Abinader se crece como estadista. Ël y sus asesores consideraron que a pesar de la impopularidad que iba a desarrollar, la pieza podía pasar con buen pie en las cámaras legislativas. El mandatario se da cuenta del rechazo, y de inmediato retira la ley en embrión.
Por más adornos que se pongan es una derrota política. Es una debilidad que la oposición tratará de aprovechar, pero nadie se hizo responsable de las protestas. Ahora, comenzarán a salir los ideológos, que dirán que tienen simpatía popular.
Fue una expresión combativa de la masa inerme, amorfa, sin voz ni votos, de la mayoría silenciosa, que oculta su identidad desde el interior de su residencia, haciendo sonar los calderos. Es la misma mayoría que da el triunfo electoral cada cuatro años, sin dar la cara.
La ley era una estocada cuasi mortal para los sectores más pobres; de aplicar austeridad total para la clase media, que se iría poniendo el ropaje de proletariado a corto plazo, y de dolor de cabeza para la capa alta.
Los empresarios gritaron y de seguro que jugó un papel estelar en la decisión gubernamental un amplio mensaje, en todos los periódicos y programas de radio, de los procesadores de bebidas alcohólicas. Es más, se dejaba ver un pleito solapado del sector empresarial, en protesta por la forma le salpicaba la ley.
Los evangélicos protestaron, pero fueron llamados de inmediato y se les prometió que con la reforma no se tocarían sus capitales, La iglesia católica guardó silencio, como si la Conferencia del Episcopado Dominicano estuviera de vacaciones.
La oposición
Si la oposición quiere seguir ganando terreno tiene que unirse para la acción y dejar fuera pleitos con regaños de trifulca de quinto patio. El presidente tiene que seguir haciendo llamados a la concertación y el diálogo.
Ahora lo dejaron solo, pero tiene los recursos para su recuperación que debe ser rápida. La oposición demostró músculos, pero debe comprender que los resultados fueron empujados por el pueblo, y no por un liderazgo que todavía lame las heridas de la derrota electoral.