POR LEIDY PICHARDO RAMIREZ
Recientemente, el pastor Ezequiel Molina afirmó que “detrás de cada mujer exitosa, lo más probable es que haya un hogar descuidado”. Esta declaración, además de controversial, invita a reflexionar profundamente desde las perspectivas de género y psicológica, ya que perpetúa una narrativa que sigue atribuyendo a las mujeres la responsabilidad exclusiva del hogar, ignorando las complejidades de los roles que desempeñan en una sociedad en constante evolución.
Una historia de roles impuestos
Históricamente, las mujeres han sido moldeadas bajo un sistema que prioriza su papel como amas de casa, madres y cuidadoras. Este esquema, reforzado por normas culturales y religiosas, estableció al hombre como proveedor y figura central del sustento familiar. Sin embargo, las mujeres comenzaron a cuestionar y desafiar estas expectativas. Este despertar no solo abrió camino para que muchas personas se involucraran en la educación, el trabajo y el liderazgo, sino que también reveló las injusticias inherentes a estos roles asignados.
La transición hacia este nuevo paradigma no ha sido fácil. Según datos del Foro Económico Mundial (2023), la brecha de género global en términos de oportunidades económicas y participación laboral cerrará en aproximadamente 131 años si seguimos avanzando al ritmo actual. Este dato subraya que, aunque se han logrado importantes avances, queda un largo camino por recorrer.
En palabras del Papa Francisco: “Las mujeres tienen otra metodología, un sentido del tiempo, de la espera, de la paciencia diverso del hombre”. Este reconocimiento no sólo valida el liderazgo femenino, sino que también subraya que su inclusión en todos los ámbitos es esencial para una sociedad más equilibrada.
El síndrome de la supermujer y las brechas de género
A pesar de los avances, las mujeres aún enfrentan una paradoja: mientras se les aplaude por su éxito profesional, se les juzga si descuidan los roles familiares tradicionales. Antoni Bolinches, con su concepto del “síndrome de la supermujer”, describe el agotador esfuerzo de equilibrar éxito profesional, autonomía y responsabilidades familiares. Este fenómeno no solo genera agotamiento emocional, sino que también pone en evidencia la falta de evolución en algunos hombres para asumir roles igualitarios en el hogar.
Un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) destaca que las mujeres realizan, en promedio, tres veces más trabajo no remunerado que los hombres. Esto incluye cuidado de hijos, labores domésticas y atención a familiares mayores. En países como República Dominicana, se estima que el 72% de las tareas domésticas recaen exclusivamente en las mujeres (Informe de Igualdad de Género en América Latina, 2022).