¿Es la fuga de cerebros “un barril sin fondo” respecto a las inversiones que realiza el país en el sistema educativo? Un estudio del Banco Mundial nos sitúa en una posición preocupante en cuanto al drenaje de talentos en la región. Este organismo afirma, según nos dijo la vicepresidenta Raquel Peña, que “el porcentaje de esta migración de talento en la República Dominicana fue de cerca de un 6.8%, superando el promedio regional que es de un 5.8%”.
La captación de cerebros de países en desarrollo no es nada nuevo. Al parecer la remota práctica se acrecienta en estos tiempos en que se impone el liderazgo de la tecnología, la inteligencia cognitiva e inteligencia artificial (IA) a nivel global.
En las décadas de los años 70 y 80 agencias de potencias hegemónicas, especialmente de Estados Unidos, colocaron algo así como “una atarraya” en países europeos, mayormente en Francia, para seducir cerebros de naciones en desarrollo que se hacían profesionales en universidades de la “órbita soviética”.
Y es que en el fragor de la lucha ideológica entre la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y demás países de la esfera socialista frente a Estados Unidos, Europa y naciones democráticas, se produjo en América Latina y el Caribe un fenómeno que dio lugar al envío de jóvenes a estudiar diferentes carreras en universidades del campo socialista.
Con la “guerra fría” en pleno auge, en su pico más elevado y de frente a la situación, el control del conocimiento era algo fundamental. Estados Unidos, como potencia hegemónica, tenía claro esa situación y se empleó a fondo para captar cerebros que sirvieran a su dinámica económica e industrial.
Captados en Francia
En esa época, estudiantes de estos países fueron reclutados por partidos de izquierda para estudiar en universidades socialistas. En muchos casos, los mismos lograron viajar a Rusia incluso de manera clandestina para evitar represalias de servicios de inteligencia que operaban en la región.
A su regreso, luego de formarse como profesionales en universidades soviéticas, estos jóvenes enfrentan una triste realidad: no se les daba trabajo porque “son comunistas”, cuando intentan integrarse en el campo laboral de sus respectivas naciones. Los gobiernos y empleadores de la zona rechazaban su contratación, acogiéndose a arraigados prejuicios ideológicos.
Estados Unidos, como potencia proyectada hacia un alto perfil de desarrollo, no cometió esa torpeza e implementó políticas dirigidas a reclutar a egresados de universidades socialistas para incorporarlos, sin importar los sesgos ideológicos, como recursos humanos de alto nivel e importancia para su campo laboral. Rechazar estos profesionales por parte de los países latinoamericanos y caribeños, a excepción –obvio-de Cuba, fue una barbaridad, ya que los mismos constituían las bases para impulsar, con otras visiones, el desarrollo regional.
Negaron empleos
Nos narró un científico amigo, egresado de una prestigiosa universidad de Moscú, Rusia, que a él se le dificulta conseguir un trabajo cuando regresó al país después de lograr un doctorado en la nación socialista. Ante la situación éste dijo que se vio obligado a emigrar a Estados Unidos y allí no tuvieron que ver con cuestiones ideológicas, y no solo lo acogieron, sino que aprovecharon su utilidad científica a tal punto que llegó a ser contratado como profesor investigador de la Universidad de Nueva York.