Con la ausencia de dos de los miembros principales de su Consejo de Seguridad, la Organización de las Naciones Unidas acaba de desarrollar la 79 Asamblea General de su existencia. La abstención de la República Popular China y de la Federación Rusa, miembros permanentes con derecho a voto y veto en su Consejo de Seguridad, deja entrever la fragilidad de la paz mundial.
En apariencia el pódium de la Asamblea General de la ONU es solo un escenario para que los jefes de Estado de los diferentes países miembros, exhiban egos que los ciudadanos de sus propios países no les reconocen; la ausencia de la problemática mundial en los discursos de este foro fue patética, con escasas excepciones.
Los ciudadanos del mundo preocupados por la paz, esperábamos de los presidentes y jefes de gobierno, propuestas concretas para soluciones de paz en los diferentes conflictos diseminados a todo lo largo y lo ancho de la superficie global.
Usar un escenario como ese, con todos los problemas bélicos, medioambientales, y hambrunas globales que afectan a la humanidad, para vanagloriarse de ligeros avances unilaterales en el país que te eligió como gobernante, con la responsabilidad que asumiste al ser electo de solucionar sus problemas perentorios, es un contrasentido.
Los conflictos que bordean la Europa disminuida y decadente, amenazan con ser el gatillo que dispare una guerra nuclear que, desaparezca la humanidad como es conocida hasta este momento. Por un lado, la guerra de Rusia y Ucrania, estancada y sostenida solo por el apoyo occidental a una Ucrania devastada por dos años de lucha desigual.
Por otra parte, la guerra de exterminio de los palestinos de la franja de Gaza que, amenaza con incendiar todo el Oriente Medio. Hasta hace unas semanas, de una masacre de la que, solo nos llegaban las fílmicas de celulares de los propios gazatíes, porque los corresponsales de guerra de los medios de prensa de occidente han desaparecido, ahora tenemos una zona de guerra a la que suma el Líbano.
Todo esto, sin contar con el caldo de cultivo de los 9 años de guerra de la coalición encabezada por Arabia Saudita, tratando de controlar el territorio yemení; los hutíes con sus grupos guerrilleros, controlan la mayor parte de Yemen y los estrechos marítimos por donde debe pasar el transporte de petróleo y el flujo de mercancías; el reino de Arabia Saudita con toda su riqueza y su poder, no ha podido someter a los hutíes.
Las guerras son imparables, y las resoluciones de la ONU son inútiles. El parto del nacimiento de un nuevo orden mundial, nos conduce a estos dolores; ojalá con la llegada de la criatura no perezca la madre…ese es uno de los riesgos.